domingo, 12 de octubre de 2008

MI CITA DE LOS DOMINGOS

Casi todos los domingos desde que tenía 11 ó 12 años, paso las tardes con una amiga. La plancha. Aprendí sus secretos planchando la ropa del colegio de mi hermana y la mía y, también, las camisas de mi padre, cinco, dobladas para guardar en la maleta con la que salía de viaje los lunes.

Aunque tengo ayuda en casa y mi familia comparte los trabajos de la casa, nunca he renunciado al planchado de los domingos. Sola, con el olor de la ropa limpia, con la radio como run run de fondo, he forjado a lo largo de los años toda una rutina de memoria de la semana pasada y planificación de la futura. Justo en el punto y aparte que marca la diferencia entre una y otra, hay un paréntesis para la reflexión, para mí, para la ensoñación, la memoria, la fantasía, los planes, los recuerdos,… y aunque mi amiga haya cambiado de marca, modelo y carcasa sigue siendo la única que puede compartir ese momento.

1 comentario:

Mariaje dijo...

Compañera, comparto contigo esa afición.
No se, si por tradición, o por dejar todo para el final, no hay domingo por la tarde, que no tenga que planchar.
Un abrazo, amiga.
Mariaje.